El otro día tuve una conversación con una amiga que me dio mucho que pensar acerca de los prejuicios que tenemos las personas.
Resulta que le dije, Marina, hace mucho que no nos vemos tal cual... e intenté volver a mantener el contacto con ella, ya que es amiga mía desde los 3 añitos. Pues bien, estuvimos hablando de dos conocidos que tenemos en común de hace tiempo, y le dije:
-Mira sí, el otro día coincidí con ellos... tal ahora está súper gordo, y cual ha cambiado mazo, ahora parece gay.
Y su respuesta, concisa pero contundente fue lo que me hizo reflexionar:
-Sí, han cambiado mucho, pero son muy majos.
Esta amiga me ha enseñado a que, por mucho que uno parezca lo que sea que parezca, no debemos dejarnos guiar por eso, sino que debemos dar una oportunidad a todas las personas y tratar con ellas, porque todos tenemos algo que aportar y no sabemos lo que nos estamos perdiendo y las puertas que nos estamos cerrando si vamos por la vida creyéndonos superiores al resto.
Que luego nos podrán caer mejor o peor, no digo que no, pero no hay que afirmar que no voy a relacionarme con tal o cual a priori, solo por lo que aparentan ser. No debemos ser tan superficiales ni frívolos.
Lo mismo que a mi no me gusta que me juzguen por lo que aparento ser, tampoco debo juzgar a los demás por lo que ellos aparentan ser.
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